La elección de un aceite de argán es sencilla. Basta con seguir 3 criterios básicos, que nos evitarán algún disgusto que otro: el olor, el color y la capacidad de penetración.
El olor: Un buen aceite de argán cosmético carece de olor; no huele, ni a tostado ni a cabra.Como comentábamos anteriormente, es señal de que ha sido prensado en frío de semillas no tostadas
Recuerde que se puede encontrar en el mercado un aceite de argán refinado e inodoro; en este caso, se ha sometido a un tratamiento con vapor, conocido como vaporización, y se caracteriza por tener un color muy pálido, muy parecido al del aceite de almendras. Este proceso modifica, claro está, las características del aceite y mengua sus virtudes. Suelen venir presentados en envases llamativos de diseño que distraen la atención. Tenga siempre en mente, si lo que le importa son los resultados, que Usted está adquiriendo un producto y no la imagen de un producto. No está comprando un envase sino un aceite; para lucir bonito ya está la sección de complementos.
El color: El aceite de argán se caracteriza por un color natural dorado parecido al del aceite de albaricoque. Si no se microfiltra, puede ser un poco turbio (restos de pulpa), detalle estético que no afecta en nada a su calidad.
Si como hemos visto, un aceite demasiado claro es indicio de refinado, por lo contrario un aceite demasiado oscuro es un aceite que ha sido calentado.
Capacidad de penetración: El aceite de argán se caracteriza por su capacidad de hidratación profunda. Contrariamente a otros aceites, no engrasa la piel. Una simple aplicación y un suave masaje circular consiguen su total penetración. Un aceite de argán que engrase es un aceite que ha sido adulterado y probablemente cortado con otro tipo de aceite, no forzosamente malo pero sí más barato.