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¿Cómo reconocer tu tipo de piel?

Para mantener una piel saludable es necesario aplicar los tratamientos adecuados. Ahora bien, para escoger efectivamente el más conveniente, es fundamental reconocer el tipo de piel que tienes: si tu cutis es normal, seco, graso o mixto. ¿Quieres aprender a reconocer tu tipo de piel? Aquí te lo contamos.

La piel se puede clasificar en cuatro tipos, cada una con sus propias características y tratamientos. Es importante destacar que la clase de piel que tengamos viene determinada principalmente por la genética, otros factores pueden hacer que cambie. Ciertos factores externos, como el clima, influyen sobre la dermis. Sin embargo, también las circunstancias internas del individuo pueden propiciar estos cambios. Desde la alteración hormonal, hasta el estrés o la alimentación tienen consecuencias visibles sobre nuestra piel.

Piel normal

Aunque no es muy frecuente encontrar este tipo de piel, si es fácil reconocer el tipo de piel. Se caracteriza por su suavidad, textura compacta y sin manchas y por supuesto aterciopelada. Posee circulación sanguínea normal y es lisa y blanda según la edad. No brilla ni presenta tensiones. En este tipo de piel las glándulas sebáceas y sudoríparas funcionan normalmente, lo mismo que el metabolismo y los procesos de eliminación de toxinas.

Los niños y las personas muy jóvenes pueden ubicarse en esta calificación. Para el cuidado de esta piel solamente se necesitan buenos productos de higiene que no perjudiquen sus funciones fisiológicas.

Piel seca-deshidratada

Reconocer el tipo de piel seca o deshidratada es muy fácil. Se pueden observar poros pequeños, pobreza en grasa debido al poco trabajo de las glándulas sudoríparas y dificultad para producir o conservar la humedad del agua. El cutis se presenta opaco, pálido, con escamas y tendencia a agrietarse.

Debido a la poca elasticidad que posee, la piel seca es más propensa a arrugarse prematuramente, por lo cual se aconseja utilizar productos cosméticos que aporten grasa y humedad.

Un método para reconocer si posees piel seca consiste en detectar la presencia de líneas sobre la piel delgada. Con la yema de tus dedos estira la piel hacia arriba: si observas la formación de líneas sutiles, no lo dudes.

Para cuidar adecuadamente la piel seca es conveniente evitar el uso de jabón y las exposiciones al frío y al viento. Es igualmente propicio un tratamiento de exfoliación. Utiliza limpiadores que contengan aceites vegetales o productos grasos; esto ayuda a limpiar, suavizar e impedir un temprano envejecimiento.

Piel grasa

Los signos más comunes para reconocer este tipo de piel son, aspecto graso en la superficie y aparición frecuente de puntos negros y/o pequeñas protuberancias debajo de la piel. De comprobar estos síntomas, debes cuidar infatigablemente tu cutis, y no con cuidados suaves, sino con la firme disciplina, por ser la piel que más problemas suele presentar.

La gran ventaja de este tipo de piel es que, no envejece tan pronto porque posee grandes poros y las glándulas sudoríparas y sebáceas trabajan con intensidad.

Un tratamiento adecuado y en el momento justo puede ayudar a evitar o a disminuir la aparición de infecciones o brotas causados por el acné. Aunque existen muchos productos para el cuidado de la piel grasosa, estos se deben aplicar con precaución y de manera continua con el fin de quitarle su característico aspecto brillante.

Cutis sensitivo

Esta clase de piel no se puede calificar con precisión, ya que posee características comunes a todas las pieles. Su rasgo definitorio es, sin embargo, ser sensitiva y alérgica. A veces esta sensibilidad sólo se manifiesta en ciertas áreas, las cuales se muestran secas, inflamadas, y en algunos casos con los vasos capilares rotos, sobre todo en la nariz y las mejillas.

Esta piel se caracteriza por ser muy sensible a los rayos del sol, al frío y al viento. Suele reaccionar ante muchos de los ingredientes contenidos en los productos de belleza normales, especialmente aquellos con fragancia. Debido a sus características, la piel sensitiva necesita ser tratada con productos especiales y solamente en las áreas afectadas.

Si posees este tipo de piel, evita dormir con maquillaje. Nunca lo hagas frotando o estirando fuertemente tu piel. En esta rutina no olvides el área de los labios: límpialos correctamente, aplicando el limpiador con las yemas de los dedos y extendiéndolo hasta el cuello, el cual debe quedar tan limpio como tu rostro.

Piel mixta

Este tipo de piel es el más común. Puedes diferenciarlo si notas la presencia de una zona grasosa en el centro de la cara, de manera que la frente y los alrededores de la nariz y la barbilla suelen verse brillantes y están propensos a las espinillas y los poros abiertos, mientras que las zonas alrededor de los ojos, los labios, las mejillas, las líneas exteriores de la frente y el cuello suelen ser secas o normales.

Es importante que analices todas las partes de tu rostro para determinar qué tipo de piel tienes. Examina tus poros para ver si están abiertos o si tiene espinillas escondidas bajo la epidermis, lo que da un aspecto grasoso a su apariencia.

Lo primero que debes tener en cuenta para el cuidado de la piel mixta es verla como dos complexiones totalmente diferentes y cuidarlas individualmente. De esta manera la limpieza, tonificación y humectación se harán según el tratamiento conveniente para cada zona.

Aunque el mantenimiento de este cutis requiere un poco más de esfuerzo, no hay por qué preocuparse: los tratamientos a seguir no tienen nada de extraordinario, sólo hay que tener en cuenta la regla de tratar cada zona por separado.

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